viernes, 19 de mayo de 2017

Mejor educados de Gregorio Luri

A Gregorio Luri ya lo presentamos recientemente en este Baluarte con motivo de un librito titulado El valor del esfuerzo, y por tanto no vamos a insistir en sus muchas virtudes, pero quizás convenga resaltar su formación que empezó como profesor, tras sus estudios de Magisterio, y después estudió Ciencias de la educación y se doctoró en Filosofía. Además, la lectura de este libro confirma su amenidad cuando afronta asuntos de la mayor seriedad y actualidad, por ser eternos, como la educación de los hijos.
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Mejor educados es un libro editado por Ariel y en su versión rústica, que es la que he usado, por booklet, en un cómodo volumen de 230 páginas. Este libro leva por subtítulo El arte de educar con sentido común. Y efectivamente de eso trata.
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El libro se compone de aspectos concretos de la educación siempre referido a casos concretos, a hechos conocidos, a estadísticas o estudios sobre educación publicados en EEUU o en Europa. Supone un soplo de aire fresco y la explicación irónica, divertida pero de fondo muy seria sobre las muchas tonterías que se comenten en la educación de los niños y adolescentes cuando los padres siguen, sin rubor ni espíritu crítico, las más disparatadas teorías pedagógicas que se han convertido en obligatorias cuando no en sagradas, como el caso de la educación diferenciada y otras por el estilo que se basan en presupuestos ideológicos y no en estudios rigurosos.
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Para los padres, aunque a mi me llega ya un poco tarde, y para los educadores en general la lectura de este libro es un ejercicio de sensatez, buen humor y la constatación de que la educación de los hijos, que debería ser una responsabilidad exclusiva de los padres, ha decaído en una suerte de aventura en un parque temático en el que una gran parte de profesores, pedagogos, psicólogos y muchos de los padres están llevando a las nuevas generaciones a una suerte de adolescencia permanente por la aplicación de enfoques ideológicos erróneos, por una extrema sobreprotección y por el desistimiento generalizado de padres que delegan sus responsabilidades en el Estado... Y así nos va.

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