domingo, 30 de octubre de 2011

Las aventuras de Tintín. El secreto del Unicornio de Steven Spielberg

Hace ya muchos años, cuando todo indicaba que la felicidad no iba a tener fin, conocí a Tintín. Los dibujos llamativos, la acción trepidante, los viajes por lugares exóticos, recónditos y peligrosos y la clara diferencia entre el bien y el mal, además del hecho de que aquel siempre venciera sin paliativos, hizo que la obra de Hergé fuera parte de mi infancia feliz y, seguramente me hizo tan propenso a los colores llamativos, a los viajes, a la acción (cada vez menos) y a luchar por el bien contra el mal. Si. Sin duda Hergé, a través de Tintín fue un gran maestro de mi infancia y adolescencia y nunca le estaré agradecido por ello.
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En su tierra natal, Bélgica, en cambio, está sometido a todo tipo de escrutinios, dudas y juicios, ridículos e injustos por "racismo" y majaderías por el estilo, otro síntoma de que la tierra de Tintín es un estado fallido.
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Pero justo cuando comienza el juicio, el genio Spielberg estrena, y reivindica, a Tintín y lo hace con una película singular sobre el undécimo de los libros de la serie, escrito en 1943, "El secreto del Unicornio". El final de la película, al igual que el del libro anuncia una segunda parte. Las imágenes de la película son una mezcla de dibujos animados y película con personajes reales, agradable y llamativa en tanto que permite este sistema de "motion capture" mezclar la apariencia de personajes reales con imágenes de cómic, incluyendo golpes o caídas de gran realismo respetando la estética del cómic, con esas narices grandes o esas inconfundibles caras de malo de los que persiguen siempre a Tintín. Un par de muestras del resultado de la película, se pueden ver al lado.
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Supongo que esta película cosechará un éxito comercial que animará a productores y director a continuar la saga de 24 libros, si bien imagino excluidos de la serie el censurado Tintín en el país de los Soviets, primero de la saga de 1929, Tintín en el Congo, que genera en la actualidad gran polémica en Bélgica aunque es admirado en la República democrática del Congo, y el inconcluso Tintín y el Arte-Alfa. De cualquier forma es una cita indeclinable para los que. como yo, se consideren tintineros, para que vayan con o sin sus hijos, como quieran.

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