domingo, 6 de octubre de 2013

Donar sangre

Acabo de donar sangre. Por alguna razón que desconozco dejé de hacerlo hace años y hoy he vuelto a donar. Supone una pequeña molestia, una espera, poco más. Un gesto que salvará una vida. La de una persona concreta, con sus grandezas y miserias. ¿De quién? Ni lo sé ni me importa, sólo sé que le servirá a alguien. Alguien que volverá a ver la luz del día al día siguiente.
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Es algo parecido a la milicia, en la que te comprometes a defender a todo un pueblo. Un pueblo en el que se incluyen atracadores y policías, santos y malvados, políticos corruptos, terroristas, tus vecinos, violadores, tu familia, ... Y no te planteas defender sólo a unos pocos. Lo haces por el conjunto, sin plantearte componendas, excepciones o resabios. Esa es parte de su grandeza.
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Donar sangre es también como la vida del verdadero cristiano. Una vida alegre, cuando es plena, por que se te pide amar a tu enemigo. Sí, amar a aquel que te odia y que quiere tu desgracia, sin plantearte si esta actitud es racional o coherente. Se ama porque sí. Das tu vida por que sí.
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Ser donante de sangre, en definitiva, equivale a defender a tu Patria y a ser un verdadero cristiano. Por ello, seguiré donando y te invito a hacerlo. Algún desconocido a quien nunca conocerás, te lo agradecerá sin saber quién eres. 

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