domingo, 12 de junio de 2011

Bilbao. Ciudad por descubrir.

Las ciudades vizcaínas de Baracaldo y Sestao han sido lugares habituales en mis veranos cuando íbamos en familia a visitar a unos tíos y primos. El periplo vascongado se cerraba, cada año, como un ritual, con Irún, Zumárraga y Vitoria, pasando así por las tres provincias vascongadas que se han incorporado, en mi imaginario infantil, a los más felices recuerdos de mi vida como lugares de disfrute y solaz. El tiempo, la realidad y las más amargas lágrimas darían una forma difusa a esos recuerdos sin que nunca se borraran del todo.

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Otros viajes, ya más recientes, durante mi breve pero feliz estancia en Navarra o en viajes desde el Norte de España a Inglaterra a través Francia, hacía siempre lugar de paso a estas tierras tan queridas, ya sea para tomar un barco en Santurce, donde mi padre se crió allá por los años 20, o por la autopista costera donde nos despedíamos de España con unos pinchos donostiarras.
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Pero Bilbao, la ciudad propia, era, y me dí cuenta ahora, una verdadera desconocida, lugar de paso pero nunca de parada. El error ha sido corregido con una visita que me ha hecho recorrer las calles y los espacios amplios y hermosos de esta ciudad que goza del injusto cartel de sucia y desapacible, de huraña y fea. Nada de esto es cierto.
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Bilbao, más allá del Guggenheim que también tiene "su aquel", es bella y acogedora, llena de flores y gentes amables que pasean sus amplias calles y disfrutan de sus magníficos restaurantes o bares. Posee una envidiable muestra de arquitectura civil con piezas únicas como el Teatro Arriaga o el Ayuntamiento, arriba en la foto engalanado para la constitución de la nueva corporación. Un río Nervión, del que tenía un recuerdo difuso y nada limpio se me ha mostrado hermoso, apacible y evocador. Tiene además Bilbao la virtud, que dudo se dé en otras ciudades españolas, de poder contemplar los montes que la rodean desde casi cualquier punto en que se esté, dando la impresión de ser más pequeña e incluso más acogedora y limpia de lo que ya es.
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Este fin de semana he sido bilbaíno. Claro que sí, recuerden que los bilbaínos nacemos donde nos da la gana...

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