viernes, 11 de marzo de 2011

Recuerdo, sufrimiento y Esperanza

Hoy hace siete años que mis últimas ilusiones volaron en unos trenes. Las últimas briznas de inocencia juvenil me fueron arrebatadas de golpe. Recuerdo las lágrimas y la sensación de dolor, de impotencia y de incomprensión. Frustración, asco, ... Recuerdo, sobre todo, la fría mañana en que enterramos a Federico que se fue al Cielo con sus alas de plata. Se nos fue para siempre de la vista pero no del corazón cuyo recuerdo, encontró acomodo y anida con el de otros muchos para siempre.
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Hoy era un día para rezar y recordar. Para no hacerse preguntas y mirar de soslayo y con un claro mohín de desprecio a los que se adueñan de los recuerdos de todos, pero también muy míos, manipulándolos y haciéndolos moneda de cambio para cualquier sucio cambalache en la almoneda de las heces morales, donde no tienen, o no deberían tener, su hueco estos tristes y nobles recuerdos.
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Pero mientras trataba de deshacerme de estas ensoñaciones mañaneras, mientras el frío viento castellano pugnaba por despertarme, fui consciente de una nueva tragedia que ahogaba cualquier otra cuita. La tierra tembló con su poder gigantesco y arrasaba tierras y vidas en el otro extremo del mundo. Las fuerzas de la tierra y del mar se aliaban para teñir de sangre la tierra del Sol Naciente que llora hoy y llorará en las semanas sucesivas, cuando sea consciente de la magnitud de la tragedia, la muerte de sus hermanos, padres y vecinos. Hoy rezo por tí, viejo Nippon, Noble Imperio Japonés, a donde llegó la Cruz de Cristo llevada por manos hispanas.
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Hoy recordamos cómo el odio y la maldad se pieden aliar con la casualidad de estar en el lugar equivocado y a la hora errada para que tu cuerpo sea pasto de las llamas y tu vida, llena de esperanzas, proyectos e ilusiones pase a ser historia, tragedia y llanto. Pero la realidad y la actualidad nos recuerda que las fuerzas de la tierra y del mar se pueden también aliar contra tí para hacerte pasar a la lista de los perpetuos ausentes en lo que dura un suspiro.
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Hoy es, por todo esto y aunque les parezca paradójico, un día para la Esperanza. Si. Para la esperanza ya que aunque nos sintamos impotentes ante fuerzas destructivas incontrolables hay siempre sobre nosotros una fuerza mucho mayor que cuida nuestras almas y domina las fuerzas humanas y naturales con Su amorosa mano. Hoy es un día para rezar y esperar una vida mejor. Laus Deo.

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